La brisa explotó en mi cara…
El viento soplaba tan fuerte que tuve que tomarme de la baranda…
Abrí los ojos para poder ver ese maravilloso espectáculo…

El lobo devoraba su presa…
Hincó los dientes en su blando cuello y la sangre brotó como agua de un manantial…

         Los barcos entraban a la bahía, para mí era como ver mis barcos de papel flotando en la tina. Puse los pies bien firme bajo la reja y levanté los brazos, la brisa me empujó y  sentía que volaba…                            Me convertí en volantín para recorrer los cerros de colores…
         Pude recorrer sus calles y sus plazas,                  y me encontré volando con gaviotas…
                              
Arrastró su presa tras los arbustos para devorarle…
Me paré y me acerqué…                Le miré a los ojos, esperé que notara mi presencia pero ya sabía que me había detectado por el olor.

Me convertí en gaviota y luché contra el viento, cuando me cansé de ello planee hasta donde me llevara. El puerto oscureció y el viento amainó…
Volé hasta las velas de los barcos, ahí encontré hombres trabajando en la cubierta. Cada uno de ellos hacia su trabajo con meticulosa paciencia mientras yo flotaba en círculos...

Me miró con sus boca llena de sangre, mis pies estaban empapados de aquel liquido rojo que emanaba de sus cuello…
                               Sentí miedo……

Volví a la orilla -el puerto se oscureció- los colores ya no eran como antes, los volantines se convirtieron en antenas y las casas en departamentos…          Los barcos ya no tenían velas y el viento se escondió porque no tenía a quién mover…  
                              
Y el lobo saltó a mi cuello… Y el lobo me arrastró al final…

Sus escaleras se destiñeron y sus murales se perdieron…
Y yo me convertí en olvido…